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Contener derrame de petróleo en el Golfo de México es más difícil que ir a la Luna.

Foto: Reuters

Son cientos los animales, como los pelícanos, que sufren las consecuencias del derrame de petróleo, pero son muchos los que no vemos y que están siendo afectados, sin saber qué pasa con ellos.

Desde que explotó la plataforma petrolera, se han hecho varias maniobras para tapar el hueco. Pero esta operación es más difícil que ir a la Luna. La razón: la presión del agua en ese abismo profundo.


"Cuando miras al abismo por un largo rato, el abismo te devuelve la mirada", escribió el filósofo Frederick Nietzsche.

Por estos días, el abismo nos mira, en tiempo real, a través de las cámaras de televisión instaladas a 1.500 metros de profundidad, en el Cañón del Misisipi, golfo de México.

Lo que muestran esas imágenes es un potente chorro de crudo mezclado con gas metano, que aún no da trazas de amainar. La razón por la cual ha fallado todo lo que la British Petroleum ha hecho hasta ahora para contener el derrame tiene nombre y apellido: presión hidrostática.

Es importante darnos cuenta de lo complicada que es la maniobra de tapar ese agujero. Fabricar sumergibles capaces de aguantar y operar a las 150 atmósferas que hay a 1.500 metros de profundidad es increíblemente difícil. Más difícil que ir a la Luna. No es una exageración decir que por culpa de la presión sabemos más acerca de las galaxias distantes, que acerca de nuestro propio lecho marino.

La BP ha tratado de tapar el pozo con un domo, de obstaculizar la tubería con rocas, de meter barro sintético dentro del agujero, de cerrar la válvula. Ahora, están abriendo dos pozos paralelos para aliviar la presión del crudo en el pozo central. Apenas han logrado reducir el flujo un poco. Y la opción de explosivos nucleares o convencionales bajo el lecho marino es peligrosa porque podría abrir otras grietas. Al mismo tiempo, el refuerzo de concreto que protege la entrada del orificio podría resquebrajarse en cualquier momento, agrandando el agujero.

¿Qué sucede allá abajo?

Poco más allá de la boca del pozo Macondo, lo que sucede en esas profundidades es un completo misterio, porque, aunque hemos podido seguir el movimiento de la mancha de petróleo una vez que ésta llega a la superficie, no tenemos la tecnología necesaria para seguir su derrotero por debajo de las olas.

La estructura de las corrientes oceánicas es compleja. Cambia según la temperatura y la salinidad del mar. Cuanto más salada es el agua, más pesa. Con el peso, esas masas de agua se hunden hasta el lecho marino, donde se enfrían y comienzan un viaje que las lleva en un ciclo cerrado por los océanos del mundo, como maletas en una cinta portaequipajes. Aunque no podemos verlo, la mayor parte del crudo derramado viaja ahora en forma de nubes tridimensionales, dispersas entre los cien y los cuatro mil metros (la profundidad promedio de los océanos del globo). De una forma u otra, disuelto o no, ese crudo pasará por los siete mares, dejando su huella.

"No sabemos casi nada acerca de ese petróleo submarino", dice el oceanógrafo Ryan Smith, de la NOAA (Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera).

"Varios aspectos de la física, química y biología del océano profundo son aún puntos de interrogación para la ciencia".

Esa ignorancia podría salir cara a la hora de interpretar el impacto del derrame en las economías locales y en los ecosistemas globales.

En un intento por hacer algo, la NOAA despachó un puñado de buques oceanográficos a distintas zonas del golfo de México, para hundir sensores a varias profundidades, y tomar los signos vitales del agua (conductividad, salinidad, temperatura, fluorescencia y presencia o ausencia de microorganismos marinos).

La presencia de huracanes en la zona (el golfo es como una enorme bañera donde las olas repican contra las paredes) viene a complicar las cosas, pues los vientos no sólo dificultan los trabajos de recoger el crudo, sino que mueven el agua, mezclando su contenido en las capas sumergidas.

Las imágenes de la mancha en la superficie son obvias, así como su impacto sobre las cosas. Pero, ¿qué sabemos acerca de estas nubes peregrinas que nadie ve?

Por ejemplo, sus efectos en las criaturas abisales, esas que ni siquiera hemos acabado de identificar, y que se rigen por sus propias leyes. Criaturas que viven entre lagos de metano, más denso que el agua salada. Seres ciegos que habitan al lado de ventisqueros que vomitan agua hirviente cargada de metales disueltos. Ecosistemas que no conocen la luz del Sol y sin embargo se rigen por el calor de su propia estrella, el interior de la Tierra, y que aún así, comparten nuestros genes.

Estos organismos tienen al parecer, las claves del origen de la vida en la Tierra. Y sus delicados cuerpos son droguerías en potencia esperando ser estudiadas. ¿Cómo reaccionará este recientemente descubierto mundo a un derrame así? ¿Cómo reaccionarán los corales de aguas profundas, que crecen un milímetro cada cien años?

Pero, al estudiarlos desde un barco en la superficie, es como tratar de estudiar una mariposa desde un avión. Nuestra tecnología en materia de oceanografía abisal está en pañales.

La otra preocupación es el metano. Este es un gas que está a presión, entre las rocas, bajo el lecho marino. Cuando se libera en la atmósfera, su efecto de invernadero es docenas de veces peor que el dióxido de carbono.

Hace poco, un experto encontró "cantidades ridículas" de metano disuelto en el agua de las inmediaciones del derrame: un millón de veces por encima de lo normal.

Es obvio que el metano se sale por el mismo chorro del petróleo (y esta fue la causa de la explosión del taladro, cuyos dientes perforaron una bolsa de gas a presión que se coló por el tubo e hizo ignición al entrar en contacto con el aire). Además, el metano en exceso se chupa el oxígeno que consumen las criaturas que viven en las profundidades, lo que crea "zonas muertas".

"Lo que nos debe preocupar acerca de este derrame no son las preguntas que nos podemos hacer ahora, sino aquellas que aún no se nos han ocurrido", dice Smith. "Esas consecuencias que van a aparecer dentro de meses, o años, porque este accidente va a tener patas muy largas".

1 comentario:

Ángela Andrea dijo...

OMG! Realmente no me imaginaba la inmencidad de este problema, so me habia hecho esas preguntas;
Ese pekeño dekuido puede o va a kausar daños abismales! :O Ai no! pobre kriaturas marinas :( y pobres nosotros, x ke tarde ke temprano eso nos va a afectar. :S!

De dónde vienes tú?